miércoles, junio 23, 2004

Jugaron como siempre, perdieron como nunca


elmundo.es

Como sucedió dos años atrás en el Mundial de Korea, a raíz de un gol anfitrión en los minutos finales de la prórroga, en octavos de final, Italia llora hoy amargamente su eliminación de la Eurocopa a manos de dos selecciones nórdicas como Dinamarca y Suecia, que han demostrado estar entre las mejores del campeonato. De nada sirvió el gol de Cassano en las postrimerías del partido, la victoria arrancada del corazón mismo de Bulgaria, cuando aún no sabían que el resultado del otro encuentro del grupo los dejaba fuera (qué imagen desoladora la del descubrimiento). Nunca sabremos si hubo arreglo o no en el empate a dos de esas selecciones, aunque parece improbable por el nivel del partido y la belleza de alguno de los tantos (sobre todo el del milanista -qué ironía- Tomasson). Y aunque llevo años diciendo que Italia no merece nada que no sea la derrota y el fracaso más estrepitoso en los torneos internacionales (me desespera su estilo bronco y resultadista, áspero, contundente), lo cierto es que, después de todo, lamenté la derrota de la Squadra Azzurra.

Estaba haciendo unas cosas ayer de tarde cuando el sonó el teléfono. Era mi madre, que me llamaba desde su oficina. Unos italianos llevaban en Gijón una semana instalando unas máquinas en la empresa, y se echaban las manos a la cabeza al enterarse, de repente, que Televisión española no retransmitiría el partido de su selección (eso me dijo). Tuve que explicarle que no había problema, que siempre habría algún bar que lo televisara a través de algún canal del cable o del satélite, que incluso en la mayoría de los locales con dos televisores pondrían ambos encuentros. Sin embargo, aquellas explicaciones no satisfacían del todo a los italianos, y mi madre volvió a llamarme un par de veces hasta que decidió anotárselo todo en un papel, bien claro, para que lo entregaran en el lugar al que fueran. Sólo entonces dejaron ellos de lamentarse, de maldecir y llevarse las manos a la cabeza, sólo entonces se aplacó su ansiedad y su temor, sólo entonces se fueron de la fábrica camino del hotel. Entonces comprendí que Italia, únicamente por ellos, por tantos otros que sentían lo mismo, merecía ganar. Más tarde comprobé que, al final, Televisión española se había decantado por los Azzurri, pero ya no importaba porque el resultado (aunque ellos entonces no lo sabían) iba a ser el mismo... Italia debe volver a casa (y Gilardino viendo la Eurocopa por la tele).